Existe un proverbio, atribuido a Confucio, que dice así: “Elige un trabajo que ames y no trabajarás ni un solo día de tu vida”. Vamos a analizar esta frase detenidamente porque tiene miga.

Es absolutamente cierto que cuando trabajas en algo que te entusiasma, estás más alegre, feliz y lleno de energía. Te das cuenta de que lo que haces tiene sentido. Fluyes con esa actividad y a menudo sientes que estás haciendo justamente aquello para lo que has nacido. 

Esto es lo que Ken Robinson llamó “estar en tu elemento”. Nadar como pez en el agua en un océano de profesiones. Sentirse pleno con nuestro trabajo nos aporta equilibrio y hace que nos comprometamos de una manera especial con esa “causa”. Yo diría, incluso, que dedicarnos a algo que amamos eleva nuestro espíritu, pero… experimentar ese gozo con una actividad profesional no significa que ese trabajo vaya a ser siempre un camino de rosas.

Nada es lineal, siempre hay altibajos

Las dificultades, miedos, dudas y preocupaciones pueden surgir en cualquier momento. Y por supuesto el esfuerzo y el sacrificio van a ser dos “amigos” con los que compartiremos muchos momentos a lo largo de nuestra trayectoria profesional.

No existe el trabajo perfecto, en el que todo sea dulce y esponjoso como una nube de algodón de azúcar. En todos los trabajos, profesiones y proyectos profesionales hay altibajos. Nada es lineal. Siempre hay días mejores y otros peores, momentos buenos y otros regulares o malos. Incluso, dentro de un mismo día, hay tareas que nos entusiasman y otras que nos desagradan o incomodan enormemente.

En mi caso, cuando estoy en contacto con alumnos, ya sean niños, adolescentes o adultos, siento que fluyo. Disfruto. El tiempo se me pasa volando mientras imparto un taller de orientación vocacional o de técnicas de estudio y me lleno de energía. Respondo a cualquier pregunta feliz, disfruto de las conversaciones y siento que aporto mi mayor valor acompañando a las personas a descubrir su vocación y sus talentos.

Tareas, sin embargo, como hacer labor comercial o lidiar con la contabilidad me restan energía. Son incómodas para mí y tiendo a procrastinar y posponerlas. El día que dedico a estas actividades me cuesta un triunfo estar de buen humor porque realmente no me gustan nada.

Hacia qué lado se inclina la balanza

¿Cuál es la clave? Ser consciente de que no existe un trabajo 100% perfecto. Todos tienen algún defecto, al igual que los estudios. En cualquier carrera o titulación hay asignaturas más tediosas o menos interesantes, y es completamente normal. Esto es parte de la vida.

Las situaciones ideales, mejor dicho idílicas, suelen aparecer solo en las películas. La vida real nos pone a prueba para superar obstáculos cada día, pero esto es lo realmente enriquecedor.

Sin duda, la clave para mí es que en la balanza siempre pesen más los tiempos de plenitud y crecimiento que los de “baja energía”. Si lo calculamos en porcentaje, que el 75% de los momentos en nuestro trabajo sean coloridos y solo un 25% sean en blanco y negro.

 

No existe el trabajo perfecto, en el que todo sea dulce y esponjoso como el algodón de azúcar. Sin embargo, sí debemos buscar uno en el que pesen más los momentos de plenitud y crecimiento que los de baja energía.